Sleepless

Estoy viendo el reloj alcanzando las 4:25
Me tienes moviéndome y dando vueltas.
 
Podría contar las estrellas,
Pero eso no me llevaría lejos
 
Mientras los rayos de la luna bailan sobre mi cama,
Estoy realmente despierto, y estoy soñando.
 
Puedo ver tu cara, pero estás a más de un mundo y medio de lejos.
 
Tengo que parar de desear...
Pero mi corazón no me escucha!
Estoy despierto,
Me estás dejando en blanco,
Porque sigues en mi mente
Y eso me mantiene despierto toda la noche,
Estoy despierto...
 
Me apoyo en la pared, ahora las sombras viven
Desde las ramas de fuera de mi ventana.
Como el cielo se vuelve rojo, 
Los monstruos se asustan
Quiero parar de pensar,
Pero mi mente no se deja escuchar.
 
Estoy despierto,
Me estás dejando en blanco,
Porque sigues en mi mente
Y eso me mantiene despierto toda la noche,
Estoy despierto...
 
Ohohoh, Me mantienes dando vueltas.
Ohohoh, Me tienes girando
Ohohoh, Va empeorando cada dia.
 
Ohhh. Sigues en mi cabeza...
Y yo intento olvidarte....

Feliz Cumpleaños


¿Tu sabes, cuando ves a las personas mayores, andar por la calle?
Con su paso lento, vacilante, a su ritmo, el cual no pueden ni acelerar ni realentizar.
¿Esas personas que han tenido una vida llena, pero llena de cosas que a nosotros no nos importan, pero para ellos fue lo más grande que les pudo haber pasado?
Que han cumplidos años, y años, y años.
Y alguna vez cumplieron 6 años.
Y luego 10.
Y continuaron con 14.
Y llegaron a los 17.
Porque para los amigos y la familia, un año más es eso, un número. Pero para uno mismo es un cambio importante, un cambio que solo las personas que de verdad te quieren pueden verlo.
Y eso es lo que le a pasado este día 15 a mi amiga Itziar Martinez Moya. Su cumpleaños número 17. Toda una mujer ya. Y parecía ayer cuando ponía pinchos en sus bolsillos o te pedía que te pintase la cara. Bueno, eso, a día de hoy sigue haciendo.
Y espero que lo haga, muchas muchas muchas veces más. Y que se ría con su risa de niña pequeña. Que sea feliz durante el resto de su vida, y que disfrute de su último año antes de ser una mujer adulta.

Felicidades Itziar

Para mi Encarni



Por que los amigos se hacen viviendo aventuras, y contigo cada día es una nueva.
Y las que nos quedan.
¡Te quiero Ecarni!

Por que la pachorra nos puede (Parte 3)


¡Y llegamos! La verdad que el momento de bajar del autobús fue emocionante, fue un "Oh dios... la que hemos montado... ¡Ya estamos aquí!" y entre saltos y emociones, como buenos turistas de clase media, y buenos conquenses que han visto pocas estaciones en su vida, nada mas pasar las puertas correderas... ¡Fotos, fotos, fotos, fotos a esto, fotos a aquello! ¡Mira esa mierda, es madrileña!¡Pero de verdad!.
Yo, como siempre, tirando de aquel espécimen de locura que venía conmigo. Subimos unas escaleras mecánicas, porque estos madrileños tienen de todo oye. Sinceramente me impresionó la estación, era grandisima para ser de autobuses, pero claro, era de Madrid y yo llegaba de Cuenca. A, claro, otra foto para  el reloj que presidia las escaleras. No me acuerdo muy bien que hicimos, subimos y bajamos las escaleras, hasta que probado subimos con una mujer que a mi me parecía de Europa del este, que estaba tan perdida como nosotros. Creo que fue la Encarni la que se dio cuenta y fuimos hacia el cercanías. 
Oh ¡nuestro primer reto! ¡Una máquina de billetes!. Naturalmente, no estamos acostumbrados a eso. Pero se nos dio bastante bien, cada uno con su billete. Para no empezar mal, le preguntamos a la chica de recepción. ¡Que maja era oye! nos indicó todo. Menos lo que los conquenses no sabemos. Nota mental: El billete del metro no se mete por el orificio de salida. Por suerte no había mucha gente viéndonos. No mucha. La suficiente para reírte nerviosamente y dejar claro que no eres de allí. Bueno, llegamos, salimos a la estación y vemos que quedaban... ¿cuánto? 3 minutos... o 7, no me acuerdo. A todo esto, somos tan listos, y nunca hemos visto unas vías de un tren, que ¡foto!¡foto!. En un momento me giro y veo a la lista de mi acompañante comiendo donetes, y con la boca llena, me pregunta ¿Queghrevhs?, lo cual traduje como un "¿Quieres, amable señor?". O algo parecido. Total, que llega, montamos, y vemos que hay dos pisos. ¿Que hace un turista? va a lo exótico, y para nosotros lo exótico y lo salvajamente de aventuras, es subir al segundo piso. Así que subimos, más fotos, pero esta vez de nosotros mismos. Y del letrero. Nuestro primer viaje oficial en Madrid. Bajamos, y para asegurarnos de que íbamos por el buen camino decimos ¿Esto es para Atocha no? por mucho que lo pusiese en el letrero. Así fue, por lo que bajamos y nos encontramos con la enoooorme estación de atocha. La intuición nos lleva hasta otra maquinitas de estas que no te dejan pasar sin billete. Pasamos, y nos encontramos con la primera incógnita ¿Ande vamos?. A los puestecillos de regalitos, como en Cuenca tampoco hay, pues hay que verlos. Pero fue una vista rápida, donde no vimos nada especial. No sabíamos que hacer, y en vez de usar la lógica que a veces es necesaria, usé demasiado la mente, por lo que no encontré la salida. Hasta que la Encarni usó su lógica y fuimos por un letrero que ponía "Exit". Ole tus huevos. Salimos de atocha, que desde fuera era muy bonita, y nos vemos frente al paisaje madrileño; ¡que edificios!¡que de coches!¡que de gente!¡que de fotos que íbamos a hacer!.
Después de hacer un ratejo majo el mongolo con fotos y demás, miramos su supermegacachihiper mapa y vamos por paseo del prado. En estos momentos soltaria un "Oy que bonitoooooooooo". Me gustó, estaba bien, seguro que en verano estaba mucho mejor. Empezamos a ver colas de gente y más gente, para pasar al museo del prado, donde a cierta acompañante la han prohibido la entrada. ¿Unas 3 veces? algo así me dijo. Vemos Neptuno de fondo, y más puestecillos. A todo esto mirando postales. No estaban mal, pero eran caras.
También vimos el Hotel Ritz, donde un día nos hospedaremos, y otros varios. Subimos una calle, donde estaba el congreso, que me pareció enano. Y se supone que ahí se decide el futuro del país. Viva la listura. Pero bueno, aunque la entrada era gratis decidimos pasar. Seguimos subiendo, haciéndonos fotos, y haciendo fotos en general. Nos dieron un folleto de un hindú pero decidimos pasar. Seguimos calles y calles, hasta que finalmente, un gran árbol se ve al fondo... y ¡llegamos a Sol!.

Continuará...
PD:  Nota mental; en centro de Madrid no hay ningún IKEA. Comprobado.

Por que la pachorra nos puede (Parte 2)


Siempre nos han dicho que juzgar a las personas sin conocerlas está mal; es de personas malas y a las personas malas les pasan cosas malas. Eso puede explicar muchas cosas de este viaje, porque lo primero que se nos ocurrió hacer antes de montar al autobús, fue un: "¿Será nuestro conductor el viejo bajito con cara de pervertido o el viejo verde gordo con pinta grasienta?" y claro, pues al final pasa lo que pasa.
La primera señal de que algo no iba bien, fue al montar en los asientos. Nos sentamos en estos que tienen la barandilla, justo al lado de las escaleras de la segunda puerta. Todo el mundo miraba sus asientos en los tickets, pero nosotros lo dejamos pasar "Si nos dicen algo, ya nos moveremos". Hasta que nos dijeron algo y tuvimos que ir a unos cuantos varios asientos más enfrente. No, no es un problema; eran los mismos asientos en otro lugar, el problema era que estábamos rodeados; delante, había 2 mujeres, con los asientos reclinaos, ¡como en su casa, oiga!. Detrás a una parejita cani TtooOoO' LoOo ReEeSShhuUloneesSs loKkOo! con sus besitos y mimitos. Y el premio gordo se lo lleva el hombre de la derecha. Cada 2x3 se giraba, con cara de esta que dices "a la mínima salto". A cada ruido que hacia mi compañera, la miraba, a cada chiste, la miraba, a cada ¡Ay Carlos no te enfadeeeees! la miraba. Así toooodo el trayecto, rodeados de personas distintas, pero que decierto modo todos estabamos unidos para ir a un mismo destino.
Todos menos el loco de la derecha. 
Se bajó en uno de los pueblos, de estos que no sabes como se llaman, pero son tipo "Alpujarras del fresno" o "Valrobledos de nuestro señor". Pero alguien tenía que coger su relevo, cuando paramos en Tarancón. No me fijé bien, ya que X persona estaba durmiéndose sobre mi, o pintando sobre mi, o riendose de/con un servidor. Era una pareja relativamente joven, parecian majos. Pero que no hablamos ni nada, no voy a juzgar a nadie. Otra vez.
Continuamos nuestra travesía por la mancha conquense destino a Madrid. Bromas, ji ji ji, ja ja ja, mira eso, mira aquello... Pero todo culminó con un "próxima parada...". Porque menuda parada. De estas veces que te entra la risa por cualquier gilipollez, y no una, si no varias veces. El letrero anunciaba "Próxima parada... Perales del Taju". Posiblemente, no tenía el nombre completo, como también nos pasó con "Próxima parada... Villares del Jab". El caso es que nos entró una risa inevitable, y se convirtió automáticamente en la frase del viaje. Hasta que apareció otra, pero ya la diré más adelante. 
Lo curioso del viaje fue los cambios de posiciones. 
"Carlos, ponte así, mirando para allá!, y ya de paso me apoyo"
"¡Pero no no, así no que entonces yo no puedo!"
"¡Estate quieto que no me dejas dormir!"
Casualmente, esta última frase, la repetí yo cuando plácidamente dormía, una mano me agarra suavemente del brazo, se mantiene unos segundos y...
¡¡¡¡¡¡TURBULENCIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!!!!!
Las expresiones "Un susto de muerte" y "Te quiero matar" cobraron vida en mi en ese momento.
A todo esto, con los abrigos y todo por encima para no pasar frío. Como somos taaan listos, teníamos el aire acondicionado puesto, pero nosotros ¿para que quitarlo?.
Pero bueno, finalmente, conseguimos divisar Madrid. ¡Madrid tía!¡Ya hemos llegado! Y anda que si no nos emocionamos. Llegamos a una estación, de la cual casi ni me enteré de que llegamos hasta que paramos en seco. Cojo mis cosas, miro en rededor, no me dejo nada... ¡A bajar del autobús!.

Continuará...
PD: Vi un Ikea.

Por que la pachorra nos puede (Parte 1)

Muchas películas, quizás demasiadas, empiezan por un sueño. Un sueño del que despiertan de muchas maneras; o con terror y sudando, o con alegría y cansancio. Este viaje tiene una de cada cosa; terror y alegría. No. Sudor y cansancio. Lo que habremos corrido durante este viaje, lo que habremos pasado y lo cansados que llegamos a nuestras casas. Pero no voy a empezar por el final, mejor por el principio.

Todo esto ocurre al rededor de hace una semana poco más. Una chica de locura indeterminada y de organismo complejo (cuando no le duele algo, quiere vomitar, y cuando no, se pone a retorcerse en el asiento), sueña con irse de puente con su familia. Pero ella no puede irse sola, necesita a alguien que le acompañe a todas sus locuras. Y entonces aparezco yo; el tonto de turno.
Tras comentarlo largo y tendido, finalmente planificamos un viaje que nos llevó días organizar; hacernos un piercing, comer nubes tostadas en la playa, bañarnos en pleno diciembre, investigar el hotel... pero nada de esto consigue cumplirse; y esque señores, el día en que sus padres decidieron no ir nevó por toda la península, diciendo adiós a las ilusiones, de las cuales más de uno pasó alguna noche sin poder dormir. 
Pero... ¡Atención! nuestras cabezas maquinan un nuevo plan... vamos, 5 días de puente ¿Y no hacer nada especial? ¡Si hombre! de eso nada. Miramos Renfe y AVE (mentira), y graciosos de nosotros, porque somos unos cachondos, cogimos un autobús de ida y vuelta, con vuelta abierta. JA. Abierta mis cojones. Pero eso lo explicaré luego. 

Amanece un nublado martes 7 de diciembre en la pequeña ciudad de Cuenca. No he dormido en toda la noche nervioso por el viaje, porque la que se avecinaba iba a ser MUY fuerte. No me encontraba muy bien; ni del estómago ni de la cabeza, pero eso no impidió nada. Recién despertado, duchado y desayunado, enfilo las escaleras de al lado de mi casa dirección panadería de Tevar. Tan feliz, me compro mi barra de pan, me subo, me preparo mi bocata de comida que había tenido que esconder de cierto monstruo que habita en mi casa, termino el bocadillo, lo envuelvo como puedo, y me termino de preparar la mochila.
Todo dispuesto, salgo de mi casa dirección 4 caminos. Allí nos encontraríamos a las 10, como marcaba el plan; la inocencia y la locura se juntaría con la lógica y los idiomas (cosa que no viene a cuento, pero por sacarme un piropo). 
Entonces, el tiempo se para y ahí aparecemos. Una mirada lo dice todo;
"La que nos espera...!!!"

Continuará...