Por que la pachorra nos puede (Parte 2)


Siempre nos han dicho que juzgar a las personas sin conocerlas está mal; es de personas malas y a las personas malas les pasan cosas malas. Eso puede explicar muchas cosas de este viaje, porque lo primero que se nos ocurrió hacer antes de montar al autobús, fue un: "¿Será nuestro conductor el viejo bajito con cara de pervertido o el viejo verde gordo con pinta grasienta?" y claro, pues al final pasa lo que pasa.
La primera señal de que algo no iba bien, fue al montar en los asientos. Nos sentamos en estos que tienen la barandilla, justo al lado de las escaleras de la segunda puerta. Todo el mundo miraba sus asientos en los tickets, pero nosotros lo dejamos pasar "Si nos dicen algo, ya nos moveremos". Hasta que nos dijeron algo y tuvimos que ir a unos cuantos varios asientos más enfrente. No, no es un problema; eran los mismos asientos en otro lugar, el problema era que estábamos rodeados; delante, había 2 mujeres, con los asientos reclinaos, ¡como en su casa, oiga!. Detrás a una parejita cani TtooOoO' LoOo ReEeSShhuUloneesSs loKkOo! con sus besitos y mimitos. Y el premio gordo se lo lleva el hombre de la derecha. Cada 2x3 se giraba, con cara de esta que dices "a la mínima salto". A cada ruido que hacia mi compañera, la miraba, a cada chiste, la miraba, a cada ¡Ay Carlos no te enfadeeeees! la miraba. Así toooodo el trayecto, rodeados de personas distintas, pero que decierto modo todos estabamos unidos para ir a un mismo destino.
Todos menos el loco de la derecha. 
Se bajó en uno de los pueblos, de estos que no sabes como se llaman, pero son tipo "Alpujarras del fresno" o "Valrobledos de nuestro señor". Pero alguien tenía que coger su relevo, cuando paramos en Tarancón. No me fijé bien, ya que X persona estaba durmiéndose sobre mi, o pintando sobre mi, o riendose de/con un servidor. Era una pareja relativamente joven, parecian majos. Pero que no hablamos ni nada, no voy a juzgar a nadie. Otra vez.
Continuamos nuestra travesía por la mancha conquense destino a Madrid. Bromas, ji ji ji, ja ja ja, mira eso, mira aquello... Pero todo culminó con un "próxima parada...". Porque menuda parada. De estas veces que te entra la risa por cualquier gilipollez, y no una, si no varias veces. El letrero anunciaba "Próxima parada... Perales del Taju". Posiblemente, no tenía el nombre completo, como también nos pasó con "Próxima parada... Villares del Jab". El caso es que nos entró una risa inevitable, y se convirtió automáticamente en la frase del viaje. Hasta que apareció otra, pero ya la diré más adelante. 
Lo curioso del viaje fue los cambios de posiciones. 
"Carlos, ponte así, mirando para allá!, y ya de paso me apoyo"
"¡Pero no no, así no que entonces yo no puedo!"
"¡Estate quieto que no me dejas dormir!"
Casualmente, esta última frase, la repetí yo cuando plácidamente dormía, una mano me agarra suavemente del brazo, se mantiene unos segundos y...
¡¡¡¡¡¡TURBULENCIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!!!!!
Las expresiones "Un susto de muerte" y "Te quiero matar" cobraron vida en mi en ese momento.
A todo esto, con los abrigos y todo por encima para no pasar frío. Como somos taaan listos, teníamos el aire acondicionado puesto, pero nosotros ¿para que quitarlo?.
Pero bueno, finalmente, conseguimos divisar Madrid. ¡Madrid tía!¡Ya hemos llegado! Y anda que si no nos emocionamos. Llegamos a una estación, de la cual casi ni me enteré de que llegamos hasta que paramos en seco. Cojo mis cosas, miro en rededor, no me dejo nada... ¡A bajar del autobús!.

Continuará...
PD: Vi un Ikea.

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